No he conocido a
nadie que amara tanto los idiomas como John. Publicó gramáticas y diccionarios
del inglés, portugués y japonés. Y, además, también hablaba español, alemán, italiano,
chino, francés, holandés y finés.
Disfrutaba como
nadie descubriendo las entrañas de cada idioma. Cuando trabajaba en la Unión
Europea le diagnosticaron un cáncer que se curó aprendiendo japonés. Decía que
disfrutó tanto con este nuevo idioma que se le olvidó que estaba enfermo. Hay
pasiones que sientan bien.
Era divertido,
irónico, discreto y absurdamente inteligente. Todos sus alumnos y amigos
aprendimos mucho de él. Sobre todo de su actitud y pasión por los idiomas.
Hacer
diccionarios es uno de los trabajos más aburridos que he conocido. Sin embargo,
John se pasaba horas encerrado en su despacho buscando la equivalencia perfecta
de cada acepción y disfrutando de esos desafíos diarios.
Ayer muchos
lloramos su pérdida, hasta que Meritxell y Janaína me hicieron darme cuenta de
que en realidad debíamos agradecer la oportunidad de haberlo tenido en nuestras
vidas.
Puede que John esté
en este momento en el cielo aprendiendo la lengua del lugar. Y, si es así,
seguro que dentro de poco les hará una gramática.
Buena suerte en
este nuevo viaje, amigo.
JL Sánchez, marzo 2018
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