Acabo de leer que
Hungría ha presentado en el parlamento la propuesta de multar con hasta un año
de cárcel a los que ayuden a los inmigrantes en situación irregular. En este
país, en cambio, si no das de comer o beber a un perro, también te multan.
Hoy también en
París han desalojado a 1.500 inmigrantes que vivían en una situación deplorable
bajo una autopista. Todavía quedan varios grupos más en la misma ciudad. Sin
embargo, en toda Francia, con la nueva ley de protección a los animales,
abandonar a un perro bajo una autopista puede ser considerado tan grave como
abandonar a un familiar. O a cualquier persona, a no ser que sea un inmigrante,
que tienen menos derechos que los perros.
Estos inmigrantes
han cometido el delito de huir de países en guerra, de la miseria, de la
violencia, y los gobiernos de casi todos los países limítrofes les están
poniendo todo tipo de dificultades saltándose los derechos fundamentales de
cualquier individuo. Parar estas guerras es mucho más complicado, claro, porque
algunos poderosos que mandan más que estos mismos gobiernos dejarían de ganar
sus billones con la venta de armas, que, curiosamente, favorecen y facilitan
estos propios gobiernos. ¿Por qué los gobiernos venden armas? No harán negocio
con las guerras, ¿verdad?
Estos inmigrantes
se mueren bajo las autopistas de hambre, sed, frío, cansancio o desesperación. Y no pasa
nada. Lo aguantamos. No exigimos a nuestros gobiernos que los proteja, cuide o
trate como seres humanos. O, al menos, como perros.
Propongo cambiar
las siguientes expresiones:
Vida de perro =
Vida de inmigrante. “Llevaba una vida de inmigrante”.
De perros = De
inmigrante. “Vaya día de inmigrante que llevo”.
Tratar a alguien
como un perro = Tratar a alguien como un inmigrante.
Morir como un
perro = Morir como un inmigrante. “Murió como un inmigrante, bajo una autopista”.
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